EL CUBO DEL DR. GURLT: MITOS, VERDADES Y ERRORES

 

No tenemos claro si esta otra imagen es una fotografía del "cubo" original o de una copia hecha en base a su molde (hemos encontrado en internet ambas versiones). Sin embargo, demuestra cuál era su forma visto desde una de sus caras laterales (fuente imagen: elece.net).
El siguiente artículo está basado en otro anterior de mi autoría y que fue publicado hacia el año 2006 o 2007 en el desaparecido blog "Galería de Ooparts". Me fundé entonces en parte de los apuntes de una pequeña investigación personal que realicé hace mucho tiempo atrás, usando otros datos que obtuve en un rango amplio de tiempo consultando en forma directa (dentro de lo posible) la misma fuente de investigación que declaraban como válidas los propios creyentes de esta pieza y de la exposición que Jacques Bergier hizo de ella, además de sus detractores posteriores como Keith Fitzpatrick-Matthews y, sin mal no recuerdo, James Doeser. Me parece que fue uno de los pocos artículos de internet en habla hispana en esta orientación un poco crítica.
Casi la totalidad de los autores que han recordado hasta nuestros días la historia del misterioso cubo del que hablaremos, se apoyan invariablemente en el relato que hiciera el famoso coautor de "El Retorno de los Brujos", el investigador Jacques Bergier, quien -ahora lo sé- no siempre fue muy prolijo ni cuidadoso en sus métodos para presentar evidencias o demostraciones de sus controvertidas teorías sobre supuestos extraterrestres en la historia antigua o supercivilizaciones antediluvianas desaparecidas, ganándose severas críticas de la Unión Racionalista Francesa, por ejemplo.
Hay algo de inocencia en este culto y repetición, por cierto: aún recuerdo el entusiasmo y la sorpresa que fue enterarse de este caso en el libro del mismo autor, titulado "Los extraterrestres en la historia", cuando me lo prestó mi compañera Marcela, de la educación básica. Lo devoré en un par de días y, por supuesto, también quedé convertido en firme creyente del misterio del "cubo", entre innumerables otras curiosidades expuestas en dicho trabajo... Pero la niñez pasa, y la credulidad también.
No me ha sido posible encontrar otras fuentes directas previas a Bergier sobre los trabajos del Doctor Adolf Gurlt sobre el cubo, publicados en 1886. Sin embargo, nadie mejor para informarnos de ello que el propio Gurlt, corrigiendo con la fuente directa los errores que se siguen repitiendo hasta hoy, y que complementaremos con trabajos posteriores a los del escritor símbolo de la editorial Planète.
Según la historia contada por Bergier, en 1885 el Doctor Gurlt descubrió en un yacimiento minero de Salzburgo, Austria, una extraña pieza de forma geométrica y caras planas, semejante a un cubo, incrustado en uno de los fragmentos de carbón removidos.
La pieza quedó en posesión del académico convirtiéndose desde entonces en una de las leyendas más difundidas del realismo fantástico, conocida con el nombre de Cubo Gurlt o Cubo de Salsbury. Desde mi punto de vista, la base de toda la creencia en la condición de Oopart (acrónimo creado para definir un Out-of-place artifact) de esta pieza, deriva únicamente de la descripción aquí hecha y repetida hasta la saciedad sobre su descubrimiento, sin más detalles.
Una de las escasísimas imágenes que existen del "cubo"... Salta a la vista que no es tan "cubo", sin embargo (fuente imagen: stomverbaasd.com).
Pero la historia real del hallazgo es bastante distinta y ha sido reconstruida, entre otros, por el arqueólogo e investigador británico Keith Fitzpatrick-Matthews, autor de interesantes publicaciones al respecto.
Haber conocido esos detalles sería el principio para el naufragio de mi creencia en el "cubo": fue un empleado de la fundición Braun e Hijos, de Schöndorf, cercana a Vöcklabruck, quien encontró en el otoño de aquel año, entre los trozos de carbón para las calderas, un fragmento con un objeto rectangular adherido a la misma. Los trozos provenían de las minas de lignito de Wolfsegg, razón por la que también se llama a la pieza como "El hierro de Wolfsegg" en la jerga de creacionistas y realistas fantásticos.
El hijo del propietario Braun, a cargo de la compañía, llevó el objeto hasta el Museo Heimathaus de Vöcklabruck, desde donde pasó a manos del Ingeniero en Minas y profesor de la Universidad de Bonn, Doctor Gurlt, quien presentó sus observaciones sobre el objeto durante la Conferencia de la Sociedad de Historia Natural de Bonn, en 1886.
Según lo que se ha dicho hasta ahora, el cubo tenía una forma "exactamente" de paralelepípedo, parecido a un dado de 6,7 x 6,7 x 4,7 centímetros. Su peso era de 785 gramos, y no 8 kilogramos, como aseguran ingenuamente algunos basándose en un error de traducción del texto (parecen no deducir lo extraño de que un objeto del tamaño de una caja de fósforos pueda pesar tanto). Al contrario de lo aseverado por el célebre escritor judeo-francés, la verdad es el paralelepípedo era bastante impreciso y su forma resultaba cercana a lo irregular más que a la perfección geométrica. "Casi como cubo" habría sido la definición que se le dio en un principio. Sus bordes lucían suavizados (y no "ligeramente" como dice Bergier en "Los Extraterrestres en la Historia", sino MUY redondeados, casi haciéndole perder su geometría) y una estría o fisura profunda lo recorría más o menos por el centro.
El primer análisis químico, se dice, habría arrojado resultados aún más polémicos: una aleación de acero imposible de encontrar en la naturaleza, tanto menos por rastros de níquel, carbono y azufre que -se dijo- contenía, y que llevaron al Doctor Gurlt a proponer inicialmente, que el cubo sería un meteorito fundido durante su ingreso a la tierra. Esto sigue siendo sostenido incluso por detractores: un bólido que acabó con esa forma por razones desconocidas, tal vez aplastado por milenios de presión subterránea. Sin embargo, esta hipótesis también se descartó en las convicciones de algunos autores. Para hacer más extravagante al objeto, se observaron en él algunas marcas con características de inscripciones que jamás pudieron ser reconocidas ni traducidas.
La presencia de un objeto cuya forma no parecía natural en un estrato carbónico del terciario, de entre 20 y 60 millones de años (cambia según la versión), ha sido desde entonces terreno fértil para todo tipo de especulaciones y teorías extrañas sobre su origen. Tras las publicaciones de Gurlt, otros equipos de científicos también habrían estudiado el cubo, concluyendo que su composición no podía ser natural, ya sea terrestre o extraterrestre.
Sin poder arrancarle más información a la pieza, Bergier dice que el Doctor Gurlt la donó al Museo de Ciencias de Salzburgo, donde siguió siendo estudiado. Sin embargo, en 1910 el cubo habría desaparecido "misteriosamente" y sin explicación desde las colecciones del museo, permaneciendo extraviado hasta nuestros días, sensación acrecentada por la casi inexistencia de fotografías del mismo.
Se habla sólo de un molde que habría sobrevivido y que habría sido rescatado y todavía hay quienes intentan obtener alguna explicación al respecto por parte de la dirección del museo, pero las respuestas obtenidas son frustrantes para quienes continúan creyendo en la parte más fabulosa de este extraño objeto, aun cuando permitan seguir alentando las teorías fantásticas sobre conspiraciones y "campañas de silencio" contra el mismo.
La falta de información veraz sobre las características del "cubo" y las inexactitudes de Bergier para describirlo, han llevado a interpretaciones totalmente equivocadas y alteradas respecto de cuál era su verdadero aspecto, generalmente hechas con programas 3D. Aquí se ve, por ejemplo, una versión artística totalmente idealizada, publicada en la internet sobre el mentado "cubo" (fuente imagen: horoscopo-diario.net).
Parece que nunca encontrarán la respuesta allí, sin embargo, porque el museo que habría albergado a la pieza no sería el de Salzburgo, sino el de Salisbury en el Reino Unido, hasta donde aclara Fitzpatrick-Matthews llegó tras pasar por el Oberosterreichisches Landesmuseum de Linz, centro donde el objeto fue exhibido al público entre 1950 y 1958, quedando de este tránsito ese mencionado molde del objeto dentro de las colecciones de este último museo. No hemos podido confirmar esta información, pero confiamos en que sea la correcta.
La confusión de las ciudades parece ser otro error de Bergier y fue advertida por uno de sus propios seguidores literarios: el escritor Peter Kolosimo. Lo único "oscuro" en torno al objeto es, entonces, su constante deambular en esa época.
Se asegura que entre 1966 y 1968, aproximadamente, el "cubo" que más bien parecía un ladrillo gastado, habría regresado supuestamente a Austria para ser examinado, esta vez en el Museo de Historia Natural de Viena. El procedimiento de microanálisis catódico demostró que no existían en su composición níquel, cobalto, cromo ni azufre, además de ser de origen terrestre y no material de un meteorito como se creía. Necesariamente, era un objeto artificial. Se habría determinado, sin embargo, que tampoco era de pirita.
Conocer estos datos fueron, en mi caso, la muerte de gracia para la creencia en el "cubo", lo que me puso de punta con la fe bergueriana que alguna vez compartí. La pieza, por cierto, encontró casa definitiva en el Heimathaus Museum de Vöcklabruck, donde se encontraría a resguardo.
Para mayor decepción de los creyentes en el misterio del "cubo", además, hoy conozco un dato del que hasta hace pocos años no sabía nada, que confirmaría el último dato: que los científicos Gero Kurat y Rudolf Grill, del Museo de Historia Natural y de la Sociedad Geológica de Viena respectivamente, concluyeron por entonces que el objeto era un trozo de metal conformado principalmente por hierro bajo en magnesio, pero similar a cierto tipo de piezas que eran usadas como pesas o muescas para el lastre de anclado de viejas maquinarias propias de la extracción minera.
De ser preciso aquel dato resultaría obvio, entonces, deducir cómo llegó desde la mina de carbón hasta la fundición de los Braun. Posteriormente, Hubert Mattlianer insistió, hacia 1973, que el objeto y su composición se ajustaban al tipo de instrumentos y técnicas usados con este propósito en aquella época, dato que es puesto en duda por varios seguidores de Bergier en la internet. A favor de ellos, sólo podemos decir que aún no se descarta la posibilidad de que su material sea de naturaleza meteorítica.
De esta manera, quizá queden muy pocas razones ya para continuar creyendo en la naturaleza "Oopart" de este objeto, salvo entre quienes siguen dando crédito a los errores esenciales de la narración de Bergier. No negamos cuánto apena tener que abandonar el sabroso mito del famoso Cubo del Doctor Gurlt, todo un símbolo de la cultura creacionista, pero la objetividad exige respetar la realidad hasta que duela.

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