MIRIM DAJO: EL HOMBRE CON UN TALENTO IMPOSIBLE

 

Se llamaba en realidad Arnold Gerrit Henskes, ciudadano de origen holandés nacido el 6 de agosto 1912. No le gustaba ser presentado como fakir y menos como ilusionista, a pesar de que así se le recuerda hasta ahora por muchos. Él prefería ser asociado a un místico, pues aseveraba que sus poderes eran un regalo de Dios y que era protegido por ángeles invisibles, predicando el antimaterialismo convencido de que este desprendimiento del mundo físico era la base de su poder. Su pseudónimo de Mirin Dajo lo adoptó de la expresión en lenguaje esperanto mirindaĵo, que significa maravilloso... Y las razones que tenía para hacerse de tan ostentoso título le sobraron.
En sus macabras y casi traumáticas exhibiciones, Dajo era capaz de provocar desmayos y ataques de histeria entre los presentes. Su impresionante show, que dejó boquiabiertos a médicos y anatomistas de gran reputación científica en su época, no era recomendado para gente susceptible o con problemas cardíacos. ¡Cómo no!, si consistía en ver al flaco y tonificado Dajo siendo atravesado por puntiagudos floretes y gruesos cuchillos afilados no esterilizados, en una grotesca y oscura demostración que jamás se vio antes ni se ha vuelto a ver después. Y si el descubrimiento internacional de su increíble espectáculo hubiese sido en otro tiempo distinto al de las tensiones y parcialidades de la post Segunda Guerra, o bien si su existencia no hubiese sido apagada prematuramente, quizás su caso llenaría hoy los libros de ciencia y los estudios serios sobre las capacidades extremas del cuerpo humano.
Comer vidrio y afeitadoras era lo menos peligroso que hacía Dajo. Valiéndose de un experto asistente de gran sangre fría y acaso de una muy buena motivación de salario, su cuerpo era atravesado por estas largas armas de hierro, de lado a lado, saliendo las puntas de las mismas por el otro extremo de su organismo: por el pecho, por la espalda, por la cintura, por los brazos, etc. El gran colaborador en esta peligrosa tarea fue su amigo y ex vecino holandés Jan Dirk de Groot, quien publicaría tras su muerte el libro  "De onkwetsbare profeet", con sus memorias y anotaciones sobre el impactante caso.
Y las suyas no eran truculencias sencillas como las de algunos ilusionistas y fakires que sólo se atraviesan la piel o zonas menos comprometidas con la vida en el cuerpo: Dajos deslizaba la hoja de las espadas de lado a lado, pasando por intestinos, riñones y pulmones. En algunas ocasiones, la punta del florete atravesó su corazón, sus riñones, sus intestinos y también el hígado. Salvo por un copioso sudor, no mostraba señal alguna de dolor o abatimiento; y cuando el arma le era retirada del cuerpo, ni siquiera sangraba. Dajo incluso declaraba haber recibido dos balazos en la cabeza, habiendo sobrevivido a ambos.
Todo parecía ser un siniestro milagro o el más convincente truco que se haya montado. Incluso se creyó que era un hombre auténticamente inmortal, lo que ayudó a extender su fugaz fama pero también su prolongado mito. Llegó a atravesarse el cuerpo 100 veces al día, y se cuenta de una ocasión en que usó una espada que De Groot calentó al rojo vivo, produciendo el chirrido, vapor y olores de la carne quemada en el acto, además de ruidos de gases al pasar por el estómago, pues Dajo había comido antes de subir al escenario. En otra oportunidad, se usó un florete envenenado para clavárselo en el cuerpo, sin que sufriera daño aparente.
No existe tanta claridad sobre cómo aprendió o cómo comenzó a practicar en estas facultades, ni específicamente cuándo las descubrió. Sí cuentan sus pocos biógrafos que en su juventud, mientras se dedicaba a actividades de diseño y artes aplicadas, había tenido extraños sueños y experiencias paranormales que le anticiparon de alguna manera la existencia de estos poderes que comenzó a explotar a los 33 años. Hay quienes mencionan a un tal Otter, mentalista o espiritista, que habría revelado a Dajo sus capacidades e incluso lo habría acompañado en sus primeras presentaciones, vigilando o supervisando los riesgos del acto.
Conciente de sus propiedades acaso sobrenaturales, partió desde su natal Rotterdam hasta Amsterdam para hacer sus infartantes exhibiciones y predicar su mensaje filosófico de abandono del materialismo. Para demostrar estas capacidades, Dajo tragaba objetos filosos ante el público de bares y pequeños auditorios, y luego invitaba a algunos valientes a atravesarle la carne con cuchillos y dagas.
Cuando comenzó a hacerse conocido, la autoridad le exigió una licencia especial para poder hacer sus demostraciones, siéndole otorgada por expertos de la Universidad de Leiden, ocasión en la que su talento pudo ser verificado y estudiado por el profesor Carp y los doctores Bertholt y Stokvis. No se le concedió permiso para hacer discursos, sin embargo, por lo que sólo podía hacer su espectáculo sin dar los mensajes de paz y espiritualidad que pretendía. La misma restricción tuvo en Suiza al mudarse en 1947, donde estos poderes volvieron a ser documentados y comprobados por científicos y estudiosos en el Hospital Cantonal de la Universidad de Basilea, ocasión en la que se verificó también que tenía marcas residuales de transfixiones con floretes y otras armas, atravesando órganos vitales como pulmones, hígado y corazón.
Aunque su acto quedó reducido sólo a aquella exposición morbosa y aterradora, esto le dio gran popularidad por sus presentaciones en el Teatro Corso de Zürich. Así, llegó a salir en la revista "Time", donde se acreditaba la realidad de lo que se veía: Dajo, efectivamente, era atravesado por espadines y dagas sin mostrar dolor, sin sangrar y sobreviviendo en todos los casos. Éste fue su salto a la fama mundial, aunque de muy corta duración. Y las mismas filmaciones realizadas de las pruebas que se le hicieron en Zürich, fueron editadas en formato de documental corto y recorrieron varias salas del mundo ese mismo año.
El gran problema de Dajo es que siempre fue un hombre extremadamente extraño e intrigante, de difícil comunicación, lo que dificultó muchísimo a los expertos poder comprender el origen de sus capacidades inexplicables y sus motivaciones para seguir poniéndolas en práctica. Este hombre único y a nada parecido, era en sí mismo un insondable misterio. Un corto documental de la productora Pathé, titulado "El hombre quien desafía a la muerte" de 1947, dejó importantes registros sobre su escalofriante talento, pero poco sobre los detalles de su aún más enigmática vida.
Tal incertidumbre y acciones impredecibles lo llevaron a la muerte. Aunque algunas versiones que circularon por largo tiempo decían que murió durante una operación de apendicitis (tal vez tratando de desacreditarlo), la realidad fue muy distinta: en mayo de 1948, por razones nunca comprendidas y que se creen asociadas a las órdenes de voces extrañas que solía oír en su cabeza, Dajo se tragó un punzón de 35 centímetros de largo, debiendo serle retirado del estómago con una intervención quirúrgica dos días después, realizada por el doctor Brunner. Se ha publicado incluso la radiografía mostrando el objeto dentro de su cuerpo, en una placa fechada el 12 de mayo de 1948.
Demostrándose recuperado, rápidamente viajó algunos días varios días por Zürich con la intención de volver a su show. Sin embargo, al final del viaje y tras ser recogido en el aeropuerto, Dajo se quedó en una actitud de catatónico y de supuesta "meditación" en una cama en la casa de De Groot. No fue molestado por cerca de tres días, hasta que la mujer de su amigo comenzó a sospechar lo peor y llamaron a un médico. El profesional constató que Dajo estaba muerto: había fallecido en medio del extraño trance, el 26 de mayo anterior.
La autopsia ejecutada al cuerpo del extraordinario hombre, determinó que tenía una perforación en la arteria aorta, y esto había acabado con su vida. Sin embargo, ni su médico cirujano ni De Groot estuvieron de acuerdo en esta explicación como causal de su deceso.
Desde entonces, se ha intentado explicar el misterio de Mirin Dajo con toda clase de teorías, algunas bastante insensatas y absurdas, y otras más científicas, como una que propone que haya logrado hacerse alguna clase de perforaciones graduales con objetos filosos, que fueron generándole paulatinamente un tejido cicatrizal que atravesó incluso órganos vitales, pero que le permitía salir ileso cada ocasión en que volvía a introducirse un objeto punzante por ese canal cruzándole el cuerpo. La teoría es interesante, pero el grado de detalle que muestran las filmaciones que existen de sus presentaciones en público o en laboratorios, realmente hacen dudar de esta posibilidad. En su tiempo, además, el profesor Bessemans de la Facultad de Medicina de Gand, también intentó explicar que todo se debía a la introducción lenta y muy cuidadosa de objetos punzantes, tan gradualmente que iban separando arterias y reduciendo el daño a los órganos vitales por donde pasa, además del sangramiento, según constató en pruebas con animales.
Sea como sea, Mirin Dajo, partido de este mundo cerca de los 36 años, dejó algunas insólitas escenas fotográficas y fílmicas sobre sus capacidades, testimoniando uno de los enigmas no resueltos más grandes del siglo XX.

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