LA MISTERIOSA VIRTUD DE PODER HABLAR CON LOS ANIMALES: ENTRE UN CURIOSO RASGO LEGENDARIO Y EL ASCETISMO-SANTIDAD
Imagen de San Francisco de Asís (Asisi) y su entorno zoológico-totémico.
Podríamos llamar zoolingüismo
a una extraña y fantástica capacidad de comunicación con la fauna que,
sin embargo, ha sido adjudicada a varios personajes en la leyenda y en
la historia de la humanidad, algunos muy terrenales pero otros muy
cercanos a la divinidad.
Se
trataría este concepto, del talento para poder hablar con los animales
que aparece reportado en distintas épocas y en gran cantidad de
culturas, aunque parece existir sólo un elemento en común entre quienes
supuestamente han disfrutado de tan exclusivo don: el misticismo, el
ascetismo y en algunos casos el esoterismo como estilo espiritual de
vida, aún cuando pueda tratarse de ejemplos virtualmente polémicos con
relación a la identidad del personaje. No debe confundirse esta
propiedad con la más científica disciplina de la zoosemiótica,
relacionada con los modelos de comunicación por señales entre los
propios animales.
¿A
qué se refiere este talento ligado a pactos profundos con la
espiritualidad humana? ¿Habrá algún simbolismo o alegoría totémica en la
relación hombre-animal que se les adjudica, especialmente por la
capacidad de comunicarse con las bestias? Hay algunas cosas interesantes
que decir sobre estas bellas leyendas.
Muchos
magos y hechiceros de culturas ancestrales, asumían simbólicamente ser
un animal específico en estados de trance o meditación profunda, bajo
influjo de determinadas sustancias alucinógenas, diciendo poder
"dialogar" con los demás ejemplares de su transitoria especie. A veces
se valían de alucinógenos para lograr esto, como sucede en territorio
amazónico y andino. Los egipcios antiguos, en cambio, veían a los
animales como intermediarios de los dioses ante los hombres y de ahí las
formas de veneración que practicaron, además de asignarle
frecuentemente rostros de la fauna a sus divinidades.
En
un ámbito más doméstico y actual, recordemos también que hay un impulso
casi natural de los seres humanos a hablarle a sus mascotas, incluso a
sabiendas que ellas no nos entenderán. ¿De dónde proviene esta
inclinación? ¿Emanará, pues, de alguna esperanza por tener uno de los
dones más grandes y hermosos concebibles en la imaginación, o acaso de
la sincera aspiración a cortar esa insalvable brecha lingüística entre
el hombre y el resto de los seres de la creación?
Quizás
el atributo de poder comunicarse con las bestias sea sólo una
representación metafórica de niveles superiores de espiritualidad o de
la superconciencia humana, que ha logrado "sintonizar" con la armonía
natural y cósmica en todos sus alcances o leyes. En la mitología
literaria creada por J. R. R. Tolkien, por ejemplo, los magos Gandalf y
muy especialmente su amigo Radagast, hacen ostentación de estos
talentos. En el mundo de los superhéroes y los supervillanos de las
páginas de cómics, muchos personajes también son capaces de invocar
perros, gatos, criaturas acuáticas, murciélagos, aves, arañas, etc. Para
qué hablar el argumento de la comedia "Dr. Dolittle".
La
creencia en el lenguaje animal puede aparecer sugerida, además, en
tradiciones herméticas como el catarismo, el gnosticismo y los
rosacruces. A muchos personajes míticos le han sido señalados estos
pretendidos poderes: Gilgamesh, Salomón y Noé, por ejemplo, podrían
haber tenido tales niveles de entendimiento sobrenatural con la fauna.
Algunos hasta predicaban y se hacían obedecer por los animales, como San
Antonio de Padua y Santa Rosa de Lima, la que llegaba a hablar incluso
con los insectos, según se recuerda.
Para
algunas leyendas contemporáneas y mitos urbanos, además, cabían en esta
categoría figuras vegetarianas como Leonardo de Vinci, Mahatma Gandhi y
hasta Adolf Hitler, cuya alergia a la cacería derivaría de supuestos
encantos con los animales y alguna voluntad para atraerlos a su
cercanía. El peregrino San Roque, por su parte, llegó a ser el Santo
Patrono de los perros, mientras que San Columbano de Lexieuil es
acompañado por ardillas que juegan entre sus ropas y que alimenta con
las sobras del comedor. Lo mismo sucede con San Columbano Abad, que
podía pasar su mano por el lomo de las aves sin que éstas le temieran o
escaparan. Acá, entre los pueblos más australes de América, las machis
de la cultura mapuche decían poder hablar con las bestias, al igual que
los extintos magos kho'on, de los onas de la Tierra del Fuego.
Los huasos todavía hablan de brujas capaces de enviar pájaros o perros
como emisarios y espías, en algunos campos chilenos.
En
la Recoleta Franciscana de Santiago de Chile, se cuenta que el fraile
de origen vizcaíno Pedro de Bardeci logró detener un toro bravo suelto
por las calles junto al río Mapocho, cuando el animal trató de atacarlo,
a inicios del siglo XVIII. Hizo gala, así, de la supuesta capacidad de
comunicación con los animales que se adjudican a algunos miembros de la
orden de San Francisco, desde su fundador en adelante. Imagen tomada de
la secuencia biográfica en torno a su cripta, en la Iglesia de San
Francisco de la Alameda.
Representaciones
infantiles del dios hindú Krishna, rodeado de los animales
totémicos-zodiacales. El dios azul siempre estaba acompañado por
criaturas de la fauna, con las que se comunicaba y lo seguían.
No siempre queda claro cómo se daría esta supuesta comunicación que algunos llaman el animaltalk,
sin embargo. Mientras algunos ejemplos parecen ser de hombres que se
hacen entender con la propia lengua humana ante el animal, otros se
valen más bien de talentos que hoy podríamos catalogar de
"paranormales". Más aún, una escritora norteamericana llamada Penelope
Smith asegura poder comunicarse telepáticamente con las mascotas,
fundando un método de aprendizaje para alcanzar, pretendidamente, un
grado que denomina animal communication specialist.
Otra
mujer llamada Carol Schultz, ya en un rol más propio de un médium,
asegura que puede comunicarse con animales vivos o muertos usando la
misma técnica, ofreciendo una escuela internacional para aprenderlo.
Algo parecido asevera la autora española Laila del Monte, autora de otro
famoso libro sobre el tema.
En
el Oriente, esta virtud también era conocida y adjudicada por el
legendario a importantes personajes de la tradición espiritual. Uno de
los más famosos es Sri Krishna, el dios azul que ofrece muchos
paralelismos con la figura de Cristo y que se señala como octava
encarnación o avatara de Vishnú entre los hombres. Krishna
viajaba por la Tierra siempre acompañado por los animales, especialmente
de una vaca blanca, influyendo mucho en el radical vegetarianismo que
impera en la India hasta nuestros días y que es fomentado por escrituras
sagradas como Los Vedas y las tradiciones brahmánicas. Enseñanzas
parecidas pueden encontrarse en el antiquísimo Libro de Thot en Egipto o
en Los Vedas de la India.
Por
su lado, los maestros de la India como Goshala y después Siddhartha
Gautamá o Buda, también podían hablar con los animales de los bosques y
algunos hasta los escoltaban en la meditación. Una leyenda china cuenta
que, un día de esos, Buda invitó a estos animales a pasar la noche de
Año Nuevo con él, pero sólo llegaron doce de ellos, a los que regaló en
agradecimiento un año para cada uno, dando origen al zodiaco (zoo-diaco)
de la astrología oriental, que parece estar basado en el dominio de
Júpiter, planeta que demora 12 años terrestres en dar la vuelta al Sol,
precisamente.
Por otro lado, en muchas tradiciones Buda es la novena
encarnación de Vishnú, por lo que también estaría en la línea de avataras
de la deidad. Y Vishnú encarnó sus primeras cuatro visitas al
mundo terrenal en animales: pez, tortuga, jabalí y león, lo que es
interpretado como apariciones anteriores al origen del hombre.
Por ahí se cuenta que, según el antiguo folclore popular de Medio Oriente, otro favorecido con el don del zoolingüismo pudo
haber sido el propio Mahoma, y de esta sensibilidad quizás derivaría el
que también se haya vuelto vegetariano. Aunque el Corán no predica
específicamente este estilo de vida, el profeta sí exigió dar muerte
rápida y compasiva a los animales de corral usados como alimento,
antecedente que lo pone entre los precursores de los derechos animales,
según parece. Su preocupación por ellos está descrita en los hadices (tradiciones) y la sunnah (segunda ley, tras el Corán). De hecho, Mahoma condenó el maltrato y la violencia contra ellos... "¿Pretendes
infligir la muerte al animal dos veces: la primera afilando el cuchillo
al alcance de su vista y la otra degollándolo?", dijo con una
comprensión insólita y revolucionaria para su época.
Una leyenda mora y
otomana hablaba, además, que Mahoma tenía especial predilección por los
gatos y podía establecer comunicación con estas mascotas suyas, siendo
por voluntad del profeta que estos pueden aterrizar sanos y salvos en
cuatro patas cuando caen.
Ya
vimos que el cristianismo también ha aportado casos interesantes, pues
entre los hombres santos de occidente tenemos varios cuyo talento de animaltalk
es considerado ejemplo de dones místicos. No cabe duda que el más
famoso de todos fue San Francisco de Asís, Santo Patrono del Reino
Animal y que siempre es representado rodeado por los animales del bosque
y aves volando a su alrededor. Su capacidad de hablar con las bestias
le permitió no sólo llamarlos para bendecirlos y acompañarlos, sino
también para convencer a un peligroso lobo salvaje que había acechando a
la ciudad de Gubbio, en el siglo XIII, de vivir en paz con sus
aterrorizados habitantes y detener los ataques.
A
mayor abundamiento, algunos investigadores y ensayistas que se han
ocupado de estudiar la obra de Tolkien, como el británico Joseph Pearce,
observan analogías claras entre la figura de San Francisco de Asís y la
del mago Radagast, tanto por su mensaje, su estilo de vida y su
desbordado amor a las bestias de los bosques.
Recuérdese también que San Francisco fue el precursor de la imagen del pesebre navideño
y su tradicional uso, al que se agregó muchas imágenes de animales de
corral que coinciden con lo que parece coincidir con signos
astrológicos alegorizados en dichas figuras: Capricornio (cabra), Tauro
(vaca), Sagitario (caballo-lancero) y Aries (oveja). Su conexión
simbólica con el mundo de la fauna es, por lo tanto, muy profunda.
Imagen
de San Martín de Porres, junto al altar en la Catedral de Tacna, Perú.
La leyenda biográfica del santo negro peruano dice que, una oportunidad,
salvó a las ratas que habitaban los claustros y que iban a ser
sacrificadas, negociando con ellas para que no volviesen a molestar.
Postal religiosa germana de San Francisco de Asís.
Algo
parecido han hecho otros religiosos célebres, como el Beato Luis de
Turingia con un feroz león suelto y San Maudez al desalojar a las
serpientes de una isla. Santa Margarita de Cortona, por su lado, logró
comunicación con un perro que le dio aviso de la muerte de su amado en
el bosque llevándola hasta donde estaba el cuerpo, y por eso es
representada en compañía de este animal.
Por
estos lados del mundo también tenemos casos interesantes de hombres
prodigiosos de la fe capaces de hacerse entender entre las demás
criaturas. Uno de ellos es el dominico San Martín de Porres, el famoso
santo negro de Perú que, en el siglo XVII, dedicaba gran parte de sus
energías no sólo a alimentar a los desvalidos, sino también a los
animales abandonados e incluso a las alimañas consideradas plagas. Hasta
dio asistencia a algunas criaturas heridas dentro del propio convento.
En una ocasión, el llamado "santo con escoba" salvó a un montón de ratones y ratas
que estaban causando pavor y grandes daños dentro del claustro, al
avisarle a una de ellas de que iban a ser exterminadas y ordenarle poner
en alerta a las demás. Las ratas escaparon en masa hacia un lugar al
fondo de uno de los jardines, donde el religioso se comprometió a
alimentarlas y darles agua a cambio de que no volvieran al interior de
convento.
Chile tampoco está fuera de esta nómina de países con casos históricos de supuestos religiosos zoolingües:
también desde el siglo XVII, proviene el recuerdo del extraordinario
sacerdote de origen vizcaíno Fray Pedro de Bardeci, milagroso residente
de la Recoleta Franciscana y actualmente con sus trámites de
beatificación-canonización sumidos en largo suspenso, luego de problemas
inesperados que dificultaron consumar un proceso que estuvo a punto de
llegar a buen puerto en el siglo XIX.
Entre
innumerables ejemplos de talentos sobrenaturales que se adjudican,
aparentemente Bardeci era capaz de hablar con todas estas criaturas,
como los perros abandonados que alimentaba diariamente en las puertas de
la Recoleta. En una ocasión, además, se arrancó desde unos establos un
toro bravo y estresado que llegó suelto y en loca carrera causando pánico entre los transeúntes y
tratando de atacar a la gente. Arriesgando su vida y repitiendo un milagro similar adjudicado al también franciscano San Francisco de Solano, Bardeci se puso a
su lado y justo cuando el toro se disponía a embestirlo, el animal cayó
súbitamente de rodillas y comenzó a lamer la manga de su hábito, como si
lo besara, ante el asombro de todos, mientras el sacerdote lo conminaba
a volverse dócil. Sólo así pudo ser amarrado otra vez y devuelto a los
corrales.
De
cuando en cuando, la bella leyenda de los hombres capaces de hablar con
animales vuelve a verse reforzada en el imaginario colectivo por alguna
noticia de niños, sabios o "santones" que se declaran capaces de
dialogar o encantar otras criaturas del gran bestiario de la Tierra,
desde alguna aldea perdida en la cartografía o alguna humilde comunidad
humana entre selvas todavía verdes.
Empero, por ahora, más que un mito el zoolingüismo quizás siga siendo sólo una maravillosa ensoñación; una fantasía lírica sobre poderes de los que no pocos quisieran disfrutar.
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