LA CURIOSA COMPAÑÍA DE QUILTROS CHILENOS DEL PROFESOR TENOF
Antigua postal de un circo de perros. Fuente imagen:
thegraphicsfairy.com
Quise reservar
esta historia como una entrada especial, dedicada a un insólito pero
desconocido caso de quiltros chilenos que hicieron carrera
internacional. Este texto pertenece a un proyecto personal de
crónicas perrunas titulado “Cronicanes: Huellas de perros en el
pavimento de la chilenidad”, que me permitió ganar una mención como Obra
Inédita en el Concurso Literario Escrituras de la Memoria del Consejo
Nacional de la Cultura y las Artes, en octubre del año pasado.
Pasadas las tragedias de las guerras del siglo XIX y sus historias más
conmovedoras involucrando perros, con la convivencia tan estrecha entre
ellos y el pueblo chileno también habría de ocurrir que el can saltara
al escenario de las candilejas populares, como un actor más del teatro
criollo y, cuando no, directamente a las muestras de shows de mejor
pelaje. Generalmente, estos perros eran finos, de preferencia los de
razas como poodles correspondientemente pasados por el peluquero
y otros perros falderos, en el caso de los proscenios más reputados. Sin
embargo, de cuando en cuando se sabía de presentaciones más populares,
con perros quiltros y en algunas ocasiones hasta gatos amaestrados.
Podríamos rastrear perros adiestrados para la comedia y el espectáculo
acrobático en nuestra historia desde los
orígenes del circo chileno, o incluso antes. Sin embargo, como el
avance de los medios de comunicación ha ido enterando a las masas de la
existencia de animales exóticos mucho más interesantes y curiosos que el
humilde y astuto perro en todas sus presentaciones raciales posibles, al
público se le han ido ofreciendo nuevas criaturas de la fauna, desde
monos hasta elefantes, para el divertimento en los escenarios circenses,
práctica que va poniendo a estas compañías cada vez más de punta con
grupos animalistas y movimientos contrarios a tal clase de explotación.
En la época en que aún podía construirse un show interesante sólo con
perros obedientes, tuvo lugar un poco recordado acontecimiento que
internacionalizó a un grupo de quiltros chilenos y que es comentado por
el eximio hombre de artes escritas Daniel de la Vega. La historia
contada en “Luz de candilejas: el teatro y sus miserias”, de 1930, es
tan curiosa que no nos permitiríamos pasarla de largo en este trabajo,
de ninguna manera.
De la Vega recuerda allí las exitosas presentaciones de una singular
comedia de vodevil intitulada “Las bodas de Currito”, que era realizada
en Linares con una troupe de hábiles y sagaces perros actores
internacionales de buen pedigrí, puestos en escena bajo la dirección del
regente del equipo, el Profesor Tenof. El concurrido espectáculo tenía
lugar en el entonces novedoso Teatro Victoria:
No caían en esas bárbaras exageraciones de algunos actores de
bataclán, ni tampoco al salir del teatro, después de la función,
repartían monedas entre los chicos curiosos que se agolpaban en la
puerta. Nunca ladraban a los periodistas que solían indicarles un
yerro escénico, ni abrigaban ambiciones de primeras figuras.
Sin embargo, a pesar del exitazo alcanzado allí en Linares, la elogiada
compañía canina del Profesor Tenof fue deshaciéndose por la deserción de
los actores, muerte de los canes más ancianos y retiro de algunas de sus
estrellas de cuatro patas. Además, otros de sus perros olvidaban por la
senilidad los trucos y las rutinas, debiendo ser jubilados honrosamente
mientras conservaban su dignidad profesional. Por todo esto, hubo un
momento en que ya no le quedaba ni un solo perro al maestro adiestrador
como para continuar con “Las bodas de Currito” y extender el calendario
de presentaciones en Chile.

"Una presentación perruna" (revista "La Lira Chilena", 1899).

Aviso anunciando las presentaciones del Profesor Tenof y su compañía de
perros artistas en Madrid, en 1910.

Presentación de Tenof regresando a
Santiago, esta vez con su troupe de quiltros recogidos de Linares y San
Javier. Anuncio de febrero de 1928.
Ya envejeciendo el director y dejando atrás los años de intensa bohemia
andante, además, la compañía de los perros comediantes establecidos
ahora en Linares y haciendo larga pausa a una historia de itinerancia,
parecía estar llegando a su inminente crepúsculo; el final de los
finales en su telón de cierre.
Desesperado por la situación y decidido a no perder una carrera al mando
de perros comediantes, el Profesor Tenof tuvo la idea de contratar
perros chilenos de la misma provincia para rescatar del ocaso su
aplaudido show. Pero esta vez sus actores no iban a ser distinguidos
expositores de la alcurnia entre las razas perrunas, sino quiltros
comunes y corrientes, a los que se propuso conseguir, educar e iniciar
en esas mismas artes escénicas en que había brillado la fina y elegante
generación anterior de la compañía.
Así cuenta de De la Vega, entonces, cómo se formó desde la nada este
nuevo elenco de perros comediantes, resucitando las presentaciones del
show:
Y cogió a nuestro perro callejero, a ese que se sienta
filosóficamente en las puertas de las carnicerías, al otro que
duerme anudado en un umbral, y a aquel que sale del conventillo a
ladrarnos agresivamente.
Y esos perros domésticos y cerriles han saltado graciosamente desde
su vida de atorrantes al tinglado de la farsa, y ahora emprenden la
aturdida romería del arte.
De este modo, echando mano al curioso y creativo recurso, el Profesor
Tenof rearmó con un mínimo de costos su equipo de estrellas caninas. Y
los serviles quiltros chilenos, de tal manera, internacionalizaron su
carrera: se marcharon con su adiestrador a continuar por otras latitudes
las experiencias de las tablas, paseando por México, España y casi todo
el mundo su compañía.
Aunque hemos dicho que los perros de Chile eran solicitados y llevados
al Perú ya en los tiempos coloniales, quizás, la camarilla amaestrada de
cuadrúpedos de la región maulina constituya nuestra primera exportación
de quiltros para el mercado artístico.
He ahí, entonces, la posibilidad de que entre los pioneros actores y
comediantes caninos internacionales para el espectáculo moderno de las
luces de teatros, hayan estado estos quiltros comediantes chilenos, por
los mismos años en que recién comenzaba a brillar el astro de Rin Tin
Tin y mucho antes que lo hiciera también Lassie.
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