EL EXTRAÑO MUNDO DE LO FEMENINO EN LOS FILMES DE DAVID CRONENBERG
Desconozco si alguien habrá notado ya la extraña pero
intrigante torsión que el director canadiense David Cronenberg, icono del género
terror y suspenso, suele hacer de la imagen femenina en sus célebres filmes, por
eso aquí he querido dedicarle algunas observaciones a este mismo asuntillo.
Es verdad que su historial creativo ha variado desde el
cine terror explícito y la ciencia ficción hasta el drama de perturbación más
subjetiva, pero parte de lo que ha sido tan propio y característico de su estilo
parece estar en la representación deprimente y destructiva que a veces hace de
la imagen femenina, como queda claro en los siguientes ejemplos que recuerdo en
este momento, a riesgo de parecer ocioso:
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“Rabid” (“Rabia”, 1977): La protagonista es Marilyn Chambers, una de las primeras celebridades del cine pornográfico, aquí en el papel de Rose, una muchacha que tras sufrir un accidente motociclístico y ser sometida a una cirujía experimental, desarrolla una extraño mal consistente en una especie de muñón con una púa, que sale de un pliegue bajo su brazo izquierdo. Con él bebe sangre y de paso contamina a otros sujetos tras pincharlos con el extraño espolón cuando intiman con ella, convirtiéndolos en algo como zombies rabiosos que, a su vez, continúan expandiendo la infección con mordiscos. El grotesco órgano venenoso que sale del cuerpo de Rose es muy parecido a un diminuto pene. Esta obra, escrita y dirigida por Cronenberg, a pesar de ser muy simple y de bajo presupuesto, marcó ciertas líneas sobre el tipo de cine que caracterizaría su mano, además de la visión perturbada sobre el género femenino que he comentado.
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“The Brood” (“Cromosoma 3″, 1979): Es recodada como una de las películas más perturbadoras del director, y la leyenda cuenta que la escribió y produjo luego de una crisis matrimonial. En el filme, una mujer con graves alteraciones mentales llamada Nola Carveth es interpretada por Samantha Eggar. Alcohólica, abandonada por sus padres y con profundas secuelas emocionales, la problemática mujer llega a tales niveles de odio y furia contra su ex esposo, quien lleva adelante un juicio de tuición por su única hija, que produce extrañas criaturas brotadas de su propio cuerpo y a modo de “hijos”, pero llenos de anormalidades y de corta vida, que siembran la muerte a la vez que también están condenadas a escasa sobrevivencia. La escena cerca del final, donde se revela el “nacimiento” de estos engendros parecidos a niños y desprendiéndose del propio organismo de Nola, fue considerada en su tiempo como una de las imágenes más repulsivas e impresionantes producidas por el cine terror.
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“Videodrome” (“Videodromo”, 1983): El filme dio ocasión a la mujer “virtual”, casi irreal, de la que no se sabe si está viva o muerta y cuya presencia queda reducida a la transmisión por una señal pirata de televisión, llegando a dudarse de que exista siquiera, aunque allí aparecerá sometida a brutales vejámenes y torturas, como parte del desquiciado juego televisivo. En este caso es el personaje Nikki Brand, interpretado por la actriz y famosa cantante Deborah Harry. Una escena especialmente extraña es aquella donde la sensual Nikki aparece en la pantalla del televisor mientras el protagonista, interpretado por James Wood, golpea el aparato con un látigo sadomasoquista, pareciendo interactuar con ella a juzgar por sus gestos de dolor y placer. Este largometraje está considerado como uno de los más trascendentales y bien logrados del director.
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“The Fly” (“La Mosca”, 1986): Aunque se trata de una de las películas más comerciales y mercantiles de Cronenberg, éste no dejó pasar en ella la oportunidad de embarazar del mutante protagonista principal a Veronica Quaife, la reportera interpretada por Geena Davis que tiene una aventura con el científico que se transforma gradualmente en mosca, dejándole así un insecto en la oscuridad interior de su vientre, en una angustiante y pesadillesca situación que no queda resuelta al final del filme. Una mujer embarazada de un insecto, en otras palabras, situación que fue aprovechada para la producción de una segunda parte de la película, aunque con otro director y menores resultados de taquilla.
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“Dead Ringers” (“Mortalmente Parecidos”, 1988): Este filme pertenece a la etapa en que Cronenberg va dejando atrás las expresiones de cine gore y visceral, explorando más bien el terror subjetivo y el suspenso inductivo, algo que se nota mucho en el nuevo tratamiento que dará a la figura femenina, aunque siempre en el marco de esta señalada trasposición perturbada. Basado en una novela de Bari Wood y Jack Geasland, el filme muestra a mujer multiuterina (de tres úteros) sumamente promiscua y, sin embargo, totalmente infértil, casi como una castración contrapuesta a su exceso de órganos reproductivos; “hipermaternidad frustrada”, por decirlo de alguna manera, que la lleva a hacerse atender por los ginecólogos gemelos protagonistas, representados por el actor Jeremy Irons, involucrándose sexual y sentimentalmente con uno de ellos. Llamada Claire Niveau, una actriz que se envejece y decae en su plazo para tener hijos, el personaje es representado por la actriz Geneviève Bujold. Casi funciona como una madre que vuelve a “dar a luz” a ambos hermanos, rompiendo el vínculo que siempre los hizo uno y separándolos en una dolorosa cirugía de vida que, finalmente, los conduce al desastre. Una mujer fatal, por lo mismo.
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“M. Butterfly” (“Madame Butterfly”, 1993): Si bien el guión se basa en la obra de teatro de David Wright Hwang, este largometraje dará nacimiento a la mujer “inexistente” en el cine del director, correspondiendo a una representación femenina que no es tal, sino un elaborado engaño o acaso autoengaño del protagonista, representado otra vez por Jeremy Irons. En una difícil pero extraordinaria actuación, la “mujer” que no es tal, es representada por el avezado actor John Lone, quien interpreta a un actor-actriz chino que con el nombre de Song Liling, trabaja en representaciones de teatro popular, siendo en realidad un espía que tendrá en su rol de mujer un ardiente y apasionado affaire con el protagonista, que trabaja en la legación diplomática francesa. Curiosamente, en todo el filme Song se ve siempre muy poco femenina, incluso haciendo referencias directas en los diálogos y desarrollo de la obra a su falta de busto y su constante negativa a desnudarse por completo ante el diplomático, que la considera la “mujer perfecta” aunque ésta en realidad no existe. Song es una mujer imaginaria, una fábula femenina, entonces.
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“Crash” (“Crash”, 1996): Basado en un libro de J. G. Ballard, aquí hará su debut la mujer bella y sensual pero mecánica y casi deshumanizada, entre los delirantes y perversos amantes de los choques de vehículos que han formado un selecto club. Llamada Gabrielle, el personaje en este caso es interpretado por la conocida actriz Rosanna Arquette. En el controvertido filme aparece llena de aparatos ortopédicos, prótesis y muletas para poder desplazarse, a consecuencia de los innumerables accidentes que ha tenido y que, según se sospecha, habrían sido intencionales, a juzgar por los retorcidos gustos del club al que pertenece y que reconocen tener atracción sexual por los choques de vehículos.
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“Spider” (“Spider”, 2002): Nuevas instancias para alucinaciones y mentes comprometidas en la locura, en este caso con una proyección casi edípica y del todo insana del protagonista, que genera a su alrededor una mujer-madre “múltiple” y a la vez “única”, reapareciendo representada en todas las mujeres que rodean ahora su dificultosa vida. La madre del protagonista ha sido asesinada por su propio marido y sustituida por una prostituta, situación que marcará para siempre al sujeto. La labor de representar a estos personajes quedó en el talento de Miranda Richardson, en una secuencia de delirios que parte con la interpretación de la propia madre asesinada y que le diera a la actriz uno de los roles fílmicos más importantes que se le conocen. Esta obra se basa en una novela de Patrick McGrath.
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“A Dangerous Method” (“Un Método Peligroso”, 2011): Realizado sobre la obra teatral de Christopher Hampton, aquí se hace una deliberada y curiosa mixtura entre hechos reales que involucran a los patriarcas de la psicología moderna Freud y Jung, y su famosa paciente Sabina Spielrein, representada por Keira Knightley. El director enfatiza los aspectos traumáticos de la mujer, elaborando un personaje donde una inteligente, culta y respetable muchacha judía rusa arrastra interiormente las monstruosidades de una vida terrible, ataques violentos de histeria y las consecuencias de una infancia bajo sometimiento y agresiones paternas. La película hace un retrato de cómo Sabina habría resuelto este drama, con mucha apelación al psicoanálisis, para decidir convertirse después en psiquiatra. También se esboza un triángulo de intrigas entre los célebres psicólogos y la paciente, al punto de que Sabina pasa casi a convertirse en la metáfora o alegoría del proceso de ruptura entre Freud y Jung.
En fin: siendo un rasgo que parece perderse ya en el nuevo
perfilamiento que ha ido adquiriendo el siempre bien recibido cine de
Cronenberg, no deja de ser interesante y curiosa esta secuencia de ejemplos de
la perturbada representación femenina que se ha hecho en alguno de sus más
importantes filmes.
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